lunes, 15 de abril de 2013

CAPITULO I – La visita (Parte 1)

Todavía faltaban tres días pero, por increíble que me pareciera, había pasado otro año más. El 14 de mayo era una fecha que nos perseguía desde hacía diez años y por muy duro que se me hiciera, había aprendido como actuar cuando se acercaba esta fecha.
Había llegado la hora de hacer una visita a nuestros padres y aún teníamos muchas cosas que preparar. Drew se encargaba de todo: el coche, comprar la comida necesaria para el largo viaje…incluso de las flores. Para entonces se había convertido en una especie de experto a la hora de escogerlas.
Yo, en cambio, me encargaba de hacer las maletas y de buscar rutas alternativas para la visita. Nunca se me había dado bien buscar estas cosas, pero Drew se fiaba de mí. Siempre encontraría el camino indicado para volver a casa, a nuestro hogar.
Desde que era una niña me había gustado Denver, cuando nada importaba y me divertía con mis amigos en el parque. Allí estaba nuestro hogar.
Nunca había entendido la posición de Drew, pero si él eligió abandonar… ¿qué más podía hacer yo?
Él era mi hermano mayor, mi familia.
-          ¡Shaz, date prisa! –me grito desde la cocina.
-          Ya sabes que me tomo mi tiempo para buscar la mejor ruta… ¿Preferirías hacerlo tu? – le reproché.
El rió y negó con la cabeza.
Tras una larga hora planificando diferentes trayectos hacia Denver había acabado. Un escalofrío de satisfacción sacudió mi cuerpo, desde los dedos de los pies hasta bailar con las falanges de mi mano. La sensación se extendió hasta dibujar  una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro.
Salí del pequeño despacho que teníamos en casa y me dirigí al salón.
El delicioso olor de la lasaña que había estado preparando Drew inundaba las habitaciones de la casa.
Cerré los ojos e inhalé el exquisito aroma hasta que mis pulmones se llenaron.
Repetí la acción hasta que Drew asomó la cabeza por la puerta de la cocina y me llamó para cenar.
Me senté frente a él en la pequeña mesa donde estaba la cena servida. Me rugieron las tripas y ambos reímos.
-          Bueno Shaz, mañana nos toca madrugar. Cualquiera diría que ha pasado otro año, echare de menos Los Angeles. – comentó mientras se llevaba un trozo de lasaña a la boca.
No me gustaba nada que me lo recordase. Agaché la cabeza y empezé a destrozar muy lentamete la lasaña con ayuda del tenedor.
-          Drew…eh...- levanté la cabeza y mire fijamente a sus verdes ojos.- He estado reflexionando y creo que quiero volver a casa…a Denver.
Su rostro palideció en cuanto pronuncié mis últimas palabras. No se lo podía creer.
Tras unos minutos de silencio, su rostro volvió a coger el tono bronceado de su piel.
-          Tienes razón. – asintió con la cabeza. Abrí los ojos debido a la sorpresa de su respuesta- Ya han pasado diez años, es hora de que pase pagina y deje de culparme.
Me devolvió una dulce y calida sonrisa. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y descendieron lentamente acariciando mi rostro.
Me levanté y abracé a mi hermano. Sabía que lo necesitaba. Ahora sí, sabía porque Drew había abandonado Denver. Nunca me lo había contado pero tras la última conversación lo comprendí.
Llevaba culpándose diez años y yo no había sido capaz de notarlo. ¿Cómo podía considerarme una buena hermana? Él no tuvo la culpa de nada.
-          Drew, tu no tienes la culpa. Nunca la has tenido.- dije entre sollozos.
Nunca lo había visto así.
-          Sharon… gracias.- contestó mientras que apretaba sus fuertes brazos contra mí.
Me separó de él y secó mis lágrimas. Paso sus dedos por mis ojos y sonriendo me dio un cariñoso beso en la frente.
Tras la cena decidimos ir a dormir. Nos deparaba un día muy largo, pero sería un nuevo día. 

Tumbada en mí cama no podía dejar de pensar en las palabras de Drew. Se sentía culpable, y siempre se había sentido así. Diez años con esa carga, yo no lo podría haber soportado.
 Ocurrió el 14 de mayo del mismo año que Drew comenzó en la universidad. Él siempre había sido un joven rebelde y nunca le había gustado obedecer las normas. Como era habitual, Peter O’Brien, uno de los mejores amigos de Drew, celebraba una fiesta en su casa. 
El alcohol manchaba la sangre que corría entre las venas de todos aquellos que bailaban y disfrutaban de la gran noche.
Debió de ser una gran fiesta pero las cosas se torcieron. Cuando la policía interrumpió en la fiesta Drew y otros cuantos más estaban enzarzados en una pelea. Para cuando los jóvenes de la pelea se dieron cuenta estaban todos detenidos dirección al calabozo.
Fue el timbre del teléfono lo que despertó a papá. Tras el teléfono estaba Drew. Este le contó lo sucedido y le rogó para que pagase la fianza.
Nunca había escuchado la voz de papá con ese tono. Estaba muy enfadado.
Yo solamente tenía diez años y no era consciente de lo que estaba sucediendo a mí alrededor. Mis padres decidieron dejarme en casa de la Sra.Belcher, nuestra vecina.
Pasaron ocho horas hasta que Drew me recogió. Su cara estaba descompuesta y parecía cansado.
No fue el quien me lo contó, fue la Sra.Belcher.
Papá y mamá se dirigían al departamento de policía de Denver. Todo ocurrió en el cruce de Bulevar Speer y la calle Stout.

1 comentario:

  1. Me encantó estaré al pendiente para seguir leyendo, sigue así :3.

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