"Os dejo un fragmento de la primera parte del capitulo 1. Espero que os guste y espero todo tipo de crítica o consejo. No tardaré mucho tiempo en actualizarlo...Bueno disfrutad con la lectura!!"
Todavía faltaban tres días pero, por increíble que me
pareciera, había pasado otro año más. El 14 de mayo era una fecha que nos
perseguía desde hacía diez años y por muy duro que se me hiciera, había
aprendido como actuar cuando se acercaba esta fecha.
Había
llegado la hora de hacer una visita a nuestros padres y aún teníamos muchas
cosas que preparar. Drew se encargaba de todo: el coche, comprar la comida
necesaria para el largo viaje…incluso de las flores. Para entonces se había convertido
en una especie de experto a la hora de escogerlas.
Yo, en
cambio, me encargaba de hacer las maletas y de buscar rutas alternativas para
la visita. Nunca se me había dado bien buscar estas cosas, pero Drew se fiaba
de mí. Siempre encontraría el camino indicado para volver a casa, a nuestro
hogar.
Desde que era una niña me había gustado Denver, cuando nada
importaba y me divertía con mis amigos en el parque. Allí estaba nuestro hogar.
Nunca
había entendido la posición de Drew, pero si él eligió abandonar… ¿qué más
podía hacer yo?
Él era mi
hermano mayor, mi familia.
- ¡Shaz, date prisa! –me grito desde la
cocina.
- Ya sabes que me tomo mi tiempo para
buscar la mejor ruta… ¿Preferirías hacerlo tu? – le reproché.
Él rió y
negó con la cabeza.
Tras una larga hora planificando diferentes trayectos hacia
Denver había acabado. Un escalofrío de satisfacción sacudió mi cuerpo, desde
los dedos de los pies hasta bailar con las falanges de mis manos. La sensación
se extendió hasta dibujar una sonrisa de oreja a oreja en mi rostro.
Salí del
pequeño despacho que teníamos en casa y me dirigí al salón.
El
delicioso olor de la lasaña que había estado preparando Drew inundaba las
habitaciones de la casa.
Cerré los
ojos e inhalé el exquisito aroma hasta que mis pulmones se llenaron.
Repetí la
acción hasta que Drew asomó la cabeza por la puerta de la cocina y me llamó
para cenar.
Me senté
frente a él en la pequeña mesa donde estaba la cena servida. Me rugieron las
tripas y ambos reímos.
- Bueno Shaz, mañana nos toca madrugar.
Cualquiera diría que ha pasado otro año, echare de menos Los Angeles por una
temporada. – comentó mientras se llevaba un trozo de lasaña a la boca.
No me
gustaba nada que me lo recordase. Agaché la cabeza y empecé a destrozar muy lentamente
la lasaña con ayuda del tenedor.
- Drew…eh...- levanté la cabeza y mire
fijamente a sus verdes ojos.- He estado reflexionando y creo que quiero volver
a casa…a Denver.
Su rostro
palideció en cuanto pronuncié mis últimas palabras. No se lo podía creer.
Tras unos
minutos de silencio, su rostro volvió a coger el tono bronceado de su piel.
- Tienes razón. – asintió con la cabeza.
Abrí los ojos debido a la sorpresa de su respuesta- Ya han pasado diez años, es
hora de que pase pagina y deje de culparme.
Me
devolvió una dulce y calida sonrisa. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis
ojos y descendieron lentamente acariciando mi rostro.
Me
levanté y abracé a mi hermano. Sabía que lo necesitaba. Ahora sí, sabía porque
Drew había abandonado Denver. Nunca me lo había contado pero tras la última
conversación lo comprendí.
Llevaba
culpándose diez años y yo no había sido capaz de notarlo. ¿Cómo podía
considerarme una buena hermana? Él no tuvo la culpa de nada.
- Drew, tu no tienes la culpa. Nunca la
has tenido.- dije entre sollozos.
Nunca lo
había visto así.
- Sharon… gracias.- contestó mientras
que apretaba sus fuertes brazos contra mí.
Me separó
de él y secó mis lágrimas. Paso sus dedos por mis ojos y sonriendo me dio un
cariñoso beso en la frente.
Tras la
cena decidimos ir a dormir. Nos deparaba un día muy largo, pero sería un nuevo
día.
Tumbada en mí cama no podía dejar de pensar en las palabras
de Drew. Se sentía culpable, y siempre se había sentido así. Diez años con esa
carga, yo no lo podría haber soportado.
Ocurrió
el 14 de mayo del mismo año que Drew comenzó en la universidad. Él siempre
había sido un joven rebelde y nunca le había gustado obedecer las normas. Como
era habitual, Peter O’Brien, uno de los mejores amigos de Drew, celebraba una
fiesta en su casa.
El
alcohol manchaba la sangre que corría por las venas de todos aquellos que
bailaban y disfrutaban de la gran noche.
Debió de
ser una gran fiesta pero las cosas se torcieron. Cuando la policía interrumpió
en la fiesta Drew y otros cuantos más estaban enzarzados en una pelea. Para
cuando los jóvenes de la pelea se dieron cuenta estaban todos detenidos
dirección al calabozo.
Fue el
timbre del teléfono lo que despertó a papá. Tras el teléfono estaba Drew. Este
le contó lo sucedido y le rogó para que pagase la fianza.
Nunca
había escuchado la voz de papá con ese tono. Estaba muy enfadado.
Yo
solamente tenía diez años y no era consciente de lo que estaba sucediendo a mí
alrededor. Mis padres decidieron dejarme en casa de la Sra.Belcher, nuestra
vecina.
Pasaron
ocho horas hasta que Drew me recogió. Su cara estaba descompuesta y parecía
cansado.
No fue el
quien me lo contó, fue la Sra.Belcher.
Papá y
mamá se dirigían al departamento de policía de Denver. Todo ocurrió en el cruce
de Bulevar Speer y la calle Stout.
Había perdido la noción del tiempo entre los pensamientos
que inundaban mi mente. ¿Seguiría despierta o estaría durmiendo? No era capaz
de distinguirlo.
Él pitido de la alarma consiguió
despertarme. Claros rayos de sol que se
filtraban por la ventana alumbraban completamente la habitación.
Pasaron
quince minutos hasta que decidí levantarme. Mi cuerpo se estiró en cuanto puse
los pies en el frío suelo. Levanté los brazos y moví el cuello hacia los dos lados.
¡Que bien me sentía…! Todo mi cuerpo craqueó destensándose.
Por el olor a café recién hecho supuse que Drew ya se había
levantado y preparado.
No tardamos
mucho en ponernos en marcha. Montamos todo en nuestro Jeep y emprendimos
nuestro viaje hacia casa.
No sabíamos cuanto había cambiado Denver desde nuestra
última visita. Me entristecía pensar que ya no sería igual que en el pasado.
Muchas cosas habían cambiado desde aquel día hace cuatro años.
Las calles no eran tan seguras como antes, era muy difícil
confiar en la gente, nada era igual ni lo sería…
Nos
deparaba un largo viaje hasta Denver. Teníamos que viajar con cuidado ya que
ellos podrían aparecer en cualquier momento. No les teníamos miedo. Siempre nos
habíamos considerado buenos en nuestro ámbito de trabajo y estábamos
preparados.
Era un día
caluroso, los rayos de sol se posaban en nuestra piel.
Drew conducía aquel Jeep amarillo mientras que yo vigilaba
los alrededores.
El aire golpeaba nuestros rostros y no parecía haber peligro
alguno cerca de nosotros.
Todo estaba muy tranquilo, podía oírse todo sonido ajeno a
nosotros; incluso aquellos sonidos en los que no reparábamos en nuestro día a
día.